Un poema de Sam Friedman
Nosotros, que recordamos cómo los presidentes escupieron bilis sobre drogadictos y maricones, dijeron Nunca, Nunca, Nunca cuando prohibieron el intercambio de jeringas, y escondimos sonrisas de júbilo detrás de lágrimas de cocodrilo cuando las muertes por SIDA se dispararon como las acciones de Dow Jones y Big Pharma, nosotros, que recordamos, nosotros, que lloramos, mientras los ricos se enriquecían mientras las enfermeras usaban y reutilizaban mascarillas caseras que se filtraban durante las intubaciones, nosotros, que vimos engordar a las grandes farmacéuticas de vender vacunas solo a los países de los ricos como con las ART durante años, incluso décadas mientras los virus diezmaban a los pobres como las legiones romanas, los nazis o los soldados en las tierras que conquistaron, nosotros, los que recordamos, nosotros, los que lloramos, miramos los caminos de los poderosos, miramos las artimañas de los ricos mientras nos usan. , usaros, bajarnos el sueldo, negar coberturas y licencias, ellos que prosperan cuando yo/vosotros/nosotros enfermamos, cuando yo/vosotros/nosotros muero. Nosotros, que recordamos, nosotros, que lloramos entonces como lloramos ahora, no supimos sorpresa por los millones que dejaron morir. Nosotros, los que recordamos, los que lloramos, hemos aprendido qué odiar, y usamos nuestros años y horas pensando, reflexionando sobre quiénes somos, quiénes son ellos, cómo podríamos unirnos para derribar su edificio de poder, su edificio. de odio, y los que recordamos nunca perdonaremos y nunca olvidaremos.